En términos generales, refiriéndonos a volumen, el comercio exterior con Estados Unidos representa cerca del 15% de las exportaciones de Colombia y cerca del 50% de las importaciones, con lo cual sigue siendo nuestro principal socio comercial. Esto suma cerca de 16 millones de toneladas exportadas y cerca de 19 millones de toneladas importadas.
Con respecto al comercio exterior que se da por la Zona Portuaria de Barranquilla, las exportaciones hacia Estados Unidos que salen por las distintas terminales, representan el 14%, principalmente de productos contenerizados y carga líquida, mientras que las importaciones representan el 52%, lideradas por graneles alimenticios para la industria de alimentos y concentrados. De nuevo, esto representa cerca de un millón de toneladas exportadas y 4 millones de toneladas en importaciones.
Este comercio exterior no pone en riesgo solamente la viabilidad del sector portuario en Colombia, sino el de miles de empresas y millones de empleos que dependen en gran parte del intercambio comercial con Estados Unidos. En el caso de las exportaciones colombianas, se trata en gran parte de productos de alto valor, claves en la diversificación de la canasta exportadora y en la generación de empleo.
Así mismo, esta situación tendrá un impacto en la canasta familiar del país, toda vez que se importan de Estados Unidos más de diez millones de toneladas de graneles, principalmente alimenticios, el cual se utiliza como materia prima para concentrado de animales. Quiere decir que el costo del pollo, huevos, carnes y cerdo que compramos, podría incrementarse drásticamente.
Estos productos, tanto de importación como de exportación, no son sencillos ni rápido de reemplazar. Corresponden a años de dinámicas comerciales que no se construyen de un día para otro, pero vemos como son sensibles a ser destruidas, por dinámicas políticas que afectarán a todos los colombianos.
Desde el gremio portuario, hacemos un llamado a la sensatez y a mantener los caminos diplomáticos para resolver esta innecesaria crisis que pone en riesgo la economía del país. En un momento en donde debemos aprovechar las ventajas comerciales, logísticas y arancelarias para atraer inversión y aumentar las exportaciones hacia Estados Unidos, no podemos estar inmersos en una guerra comercial en la que todos perdemos y que tendría un impacto casi incalculable en términos de la economía, la pérdida de empleos y consecuente afectación social.